Desde el punto de vista atencional, las actitudes son fundamentales en el trabajo social y pastoral, ya que este campo se centra en la interacción humana y en el apoyo a personas en situación de vulnerabilidad o riesgo. Las actitudes positivas y constructivas de los trabajadores sociales pueden influir directamente en el éxito de sus intervenciones y en el impacto que logren en las vidas de aquellos a quienes ayudan.
En los ordenamientos normativos, construidos desde un enfoque de derechos, las actitudes son irrelevantes. En cambio, en el contexto de las narrativas de servicio y desde el enfoque de capacidades, las actitudes se tornan fundamentales. Entre ellas destacan la escucha activa, la empatía, el respeto, evitación de juicios, comprensión, paciencia y resiliencia,
Los criterios de realidad de los profesionales resultan fundamentales de cara a las actitudes con las que prestan su servicio. Si su criterio es legalista, es decir, consiste en el deber ser, la actitud es la de quien recuerda a los demás cuál son sus obligaciones. Si su criterio es libertario, es decir, se funda en el poder ser de la libertad, su actitud tiende a ser indiferente hacia las decisiones de las personas. El criterio narrativo, en cambio, permite a los trabajadores sociales empoderar a las personas para que actúen desde los principios de gratuidad y de responsabilidad.