En el ámbito de la tradición jurídica judeocristiana, la carne alude a la intimidad familiar que es compartida por las personas de la familia. Los textos bíblicos fundamentales son Gn 2, 24: "el hombre abandonará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán ambos una sola carne"; Ef 5, 35: "gran misterio es éste" aludiendo expresamente el misterio de que el hombre y la mujer sean una sola carne.
El término está prácticamente en desuso y carece de toda significación cultural en las sociedades secularizadas. Siendo un término mistérico y sistémico, puede ser utilizado en ese contexto para referirse a la unidad de las relaciones familiares en las que se integran los diversos niveles de realidad biopsicosocial de la familia.
La carne ha sufrido un proceso deslegtimador en las culturas de los cristianos, corriendo una suerte paralela a la del sexo. Al comprender, la carne como enemiga del alma se ha truncado el camino de la que debería ser la "mistificación positiva" del misterio que el concepto custodia como un tesoro.
En esta comunicación se explica por qué el concepto es clave para la evangelización cristiana.