La fecundidad es una propiedad del amor interpersonal y encarnado que consiste en generar comunión de personas. El amor perfecciona a quien ama y a quien es amado. No todo amor es fecundo, sino sólo el amor de benevolencia, es decir, aquél mediante el que las personas son amadas por sí mismas y que supone un salir de sí, una entrega. Todo amor interpersonal es por definición fecundo porque perfecciona a los amantes y les une en una comunión de personas.
La fecundidad relacional, es decir, aquella que no sólo genera la comunión de personas sino que engendra la relación familiar misma es exclusiva de la relación conyugal. Sólo desde la unidad formada por el hombre y la mujer que recibe el nombre de conyugalidad se genera el hijo. Es la primera de las relaciones de primer orden: el hijo se relaciona con la unidad de sus padres y no de modo individual con cada uno de ellos.