Necesaria avocación, por parte de las personas, de los asuntos que atañen a la intimidad de sus vidas, de forma que su autonomía, jurisdicción, o competencia decisional prevalezca sobre cualquier otra instancia de poder.
Los ordenamiento normativos se han configurado sobre la falacia de que corresponde a los poderes públicos la ordenación de la vida de los ciudadanos. Esta falacia está en la base de distintos sesgos cognitivos que impiden pensar científicamente la realidad familiar.
La familia no es primariamente un constructo social. Es necesario, sí, conceptualizarla para que podamos saber de qué estamos hablando cuando mencionamos una palabra tan importante para la sociedad, pero la conceptualización requiere un pensamiento atingente, es decir, que respete el paradigma de atingencia.