En toda investigación científica es fundamental la existencia de una pregunta de investigación que esté claramente formulada y debidamente justificada.
Cuando se investiga la vida de las personas, éstas deben ser necesariamente consideradas como coinvestigadoras puesto que es de su intimidad de lo que se trata de indagar. Las personas no son objeto de investigación, sino sujetos libres que gozan de dignidad y es necesario que sean informadas de cuanto se tenga que ver con su participación, en cada uno de sus pasos y en las posibles consecuencias. En la actualidad, el respeto del principio de voluntariedad es un aspecto ético y jurídico que se traduce en la firma de un documento denominado consentimiento informado.
Los familiares deben ser informados acerca de las preguntas de investigación a las que los estudiosos pretender dar una respuesta científica. Estas preguntas pueden diferir de las que esos mismos investigadores les dirigirán a ellos, pero puede también ocurrir que sean las mismas. En el primer caso, los beneficiarios de la investigación es la sociedad científica y los familiares actúan en calidad de colaboradores: respondiendo a las preguntas que se les formula a ellos, ayudan a los investigadores principales a que respondan a las preguntas de la investigación. En el segundo caso, los primeros beneficiarios son los propios familiares puesto que ellos se convierten en realidad en los investigadores principales y los estudiosos en sus colaboradores necesarios.
Cuando la investigación tiene por objeto la unidad familiar, los investigadores deben considerar necesariamente qué enfoque es el más conveniente desde los puntos de vista epistemológico, ético y metodológico. En todo caso, el enfoque holístico debe de estar siempre presente, puesto que el todo está presente en cada una de las partes del consorcio familiar.