La causalidad circular es un tipo de causalidad en la que las causas y los efectos forman un ciclo de retroalimentación continua, de modo que el efecto inicial se convierte en una causa que retroalimenta o modifica el sistema. A diferencia de la causalidad lineal, donde A causa B y ahí termina el proceso, en la causalidad circular, A afecta a B, y B, a su vez, afecta nuevamente a A, creando una relación de influencia mutua y dependencia.
Al igual que la distinción entre causalidad descendente y la ascendente, que se mueve en el horizonte de una visión holística: en cada holón, el todo es mayor que la suma de las partes y es causa de cada una de ellas; la causalidad circular se comprende en su contraposición de la lineal. En esta distinción predomina la mirada sistémica que busca identificar las interacciones entre las partes que componen el sistema.
La causalidad circular es particularmente importante en la teoría narrativa de la resolución de conflictos, puesto que los mediadores pueden suelen emplear las llamadas preguntas circulares, las cuales permiten explorar cómo las personas en un conflicto interpretan y construyen sus experiencias a través de narrativas. Estas preguntas ayudan a desentrañar los patrones de relación y las percepciones mutuas de los involucrados, lo cual es crucial para entender el conflicto de manera más profunda y encontrar vías de resolución.