En la culturas antiguas las alianzas eran pactos revestidos de significación sagrada o religiosa.
El pacto matrimonial es la alianza por antonomasia y así se expresa mediante el uso de los anillos que la significan y reciben de ella su nombre.
La alianza es un concepto que adquiere significación en el contextos de las narrativas litúrgicas y lo pierde cuando se usa en el ámbito de las narrativas jurisdiccionales.
La alianza además no se refiere únicamente al momento celebrativo sino que también alude a la realidad pactada, la relación comprometida mediante un juramento. Por esta razón, es importante saber que en el Concilio Vaticano II se subrayó la necesidad de sustituir el concepto de contrato -más propio de los negocios mundanos y económicos- por el de foedus, es decir pacto o alianza, de resonancias bíblicas.
El matrionio no es un contrato, sino una alianza. Sin embargo, ambos conceptos tienen en común el atribuir la eficacia jurídica de la relación al principio del consentimiento.