El corazón es el centro vital de la persona llamado a custodiar la intimidad de las comunidades, desde la familia hasta la misma humanidad
Para los ordenamientos normativos, el corazón ha dejado de ser un símbolo. El amor no puede ser "objeto" de las normas jurídicas. El orden se conseguiría en el momento en que todos los individuos constituyeran un centro de atribución de derechos y deberes.
Entre las instituciones sociales y las personas humanas se establece una relación de servicio de aquellas hacia estas. En el ámbito de la intimidad -que es el propio del corazón de las personas y de las comunidades- el Estado es absolutamente incompetente, porque carece de agencia ética y litúrgica.
En este post se pone en relación el síndrome que padecen las nuevas generaciones y las narrativas jurisdiccionales que desde hace siglos pretenden ordenar la vida de las personas sobre la idea de que el matrimonio es un contrato.