A lo largo del primer milenio, la tradición jurídica occidental vinculaba la relación matrimonial a un acto presunto de consentimiento por el que los esposos deseaban estar unidos. El consentimiento era considerado el elemento constitutivo del matrimonio, a pesar de que en los ritos nupciales no hubiera un momento específico para que los esposos expresaran con palabras esa voluntad. Se presumía existente a partir de la realización del acto consumatorio o cópula conyugal.
En el siglo XIII se produjeron profundos cambios sociales y el IV Concilio de Letrán estableció que el matrimonio debía formalizarse a través de un pacto en que los esposos expresaran su compromiso mediante palabras de presente. Juristas y teólogos vieron la conveniencia de aplicar la categoría jurídica de los contratos para definir este momento celebrativo del matrimonio, que era una novedad absoluta y rompía con las tradiciones litúrgicas milenarias, centradas en el acto conyugal. El matrimonio pasó a ser considerado un contrato sinalagmático en el que los esposos se intercambiaban el derecho sobre el cuerpo en orden a los actos conyugales aptos para la generación de la prole.
El matrimonio no es un contrato. Sin embargo llevamos más de ocho siglos defendiendo que lo es. Se han roto muchas lanzas en favor de la figura del matrimonio contrato. No veo por qué no voy a hacer lo mismo para defender la libertad contractual de las personas para ordenar sus vidas. Otra cosa distinta es defender que el matrimonio es la unión del hombre y de la mujer fundada en la alianza en la que se entregan el uno al otro. Paradójicamente esta verdad ha quedado eclipsada por la otra. No son incompatibles. Cabe un grado de equiparación entre las uniones homosexuales y las matrimoniales. Las primeras pueden ser relaciones familiares de segundo orden. Las segundas son necesariamente relaciones familiares de primer orden. Por esto, contra viento y marea, romperé una lanza en favor de la figura del matrimonio contrato (a pesar de llevar más de treinta años denostando y combatiendo esta idea). Aquí explico por qué.