Tanto Santo Tomás como Kant reconocen una distinción radical entre el amor de benevolencia que se caracteriza por el hecho de que la voluntad del amante se dirige al bien del amado y otro amor en el que la voluntad se dirige a un objeto distinto al del amado. Santo Tomás lo denomina amor de concupiscencia, es decir, el otro es amado en cuanto deseado u objeto de deseo. Kant lo denomina amor de complacencia que es un placer en las perfecciones físicas o morales del objeto, o en su pura existencia.
El amor de benevolencia presenta características muy parecidas al agape que ees el amor desinteresado, que lleva a la persona a salir de sí misma buscando el bien de los demás.
Los amores familiares son amores de benevolencia, puesto que de este salir de sí mismo procede la fecundidad propia del amor.