Desde el punto de vista narrativo, toda conceptualización de la intimidad familiar es necesariamente subjetiva, es decir, de primera persona, puesto que supone un ejercicio metacognitivo de la autoconciencia, en virtud del paradigma de la atingencia autobiográfica. Cuando se trata de la intimidad familiar compartida, es decir, de conceptualizar una relación familiar, se requiere una actividad consorcial, es decir, la participación de los miembros de la familia a quienes "toca" decir algo al respecto en virtud también del paradigma de atingencia (pensamiento atingente). Por ejemplo, si una persona dice ser hija, la afirmación de la relación requiere la participación de los progenitores, a quienes corresponde "decir" o conceptualizar el tipo de relación afirmada por aquella.
Desde una perspectiva atencional, las narrativas autobiográficas suponen una conceptualización subjetiva que merece respeto absoluto en todo cuanto respecta a la dimensión personal de la intimidad.