Puesto que las personas que constituyen una unidad familiar comparten líneas de intimidad familiar sistémicas, de forma que lo que afecta a uno de ellos les afecta o interpela también a los demás, la noción de consorcio se corresponde con la noción de familia como órgano de la intimidad o como la íntima comunidad de vida y de amor.
El consorcio familiar no se puede definir desde elementos externos observables por un espectador. La conceptualización del consorcio familiar sólo puede ser realizada por los propios familiares a partir de las narrativas autobiográficas de cada uno de ellos, lo cual no significa que la hagan por sí solos puesto que con frecuencia tendrán la necesidad de contar con la participación de profesionales que les ayuden a afrontar esta tarea.